El Domingo de Ramos es un día muy especial para mí porque me indica que empieza una semana en la que Sevilla se cubre de incienso y azahar, olores típicos de la Semana Santa.
Este año empezó con un sol resplandeciente, pudiendo así disfrutar al máximo de los tres primeros días de Semana Santa.
Todo era muy bonito hasta que el Miércoles Santo una gran nube negra envolvió toda Sevilla. Esta nube desilusionó a muchos sevillanos amantes de la Semana Santa y a todos los nazarenos, costaleros, capataces..., que en esa tarde iban a salir en alguna cofradía de aquel día deslucido por la lluvia.
El Jueves por la noche desapareció la lluvia, y vivimos una madrugada con momentos espectaculares que nos ayudaron a superar la desilusión del Miércoles y de parte del Jueves. Para mi gusto lo mejor de la madrugada fue la subida por la Cuesta del Rosario del Cristo de Los Gitanos, conocido popularmente en Sevilla como "El Manué".
El Viernes Santo pudimos disfrutar de todas las cofradías que, desde hacía algunos años, no pudieron salir, bajo un sol radiante, pero un frío intenso.
El Sábado Santo unas primeras finas gotas de lluvia seguidas de un fuerte aguacero nos dejaron un mal final, viendo como todas las cofradías tenían que resguardarse en distintas iglesias.
