Esta es la historia de Laura, una niña de ocho años que desde hacía un tiempo estaba siempre triste y sola. Un día su mejor amiga le preguntó que le pasaba y ésta le contesto:
- Lo que me pasa es que pasado mañana es mi cumpleaños. - dijo Laura
- ¿Y qué problema hay? Será divertido.
- No, no lo va a ser - dijo Laura con lágrimas en los ojos - Si cumplo años me iré haciendo mayor y no quiero.
- ¿Por qué? ¿Qué problema hay?
- Es que mi mamá siempre dice que ella quiere volver a ser pequeña, porque ahora sufre mucho. - ¿Qué le pasa? ¿Tiene alguna enfermedad?
- No, solo que todos los días cuando llego a casa, la veo llorando y llena de moratones. Además, el otro día encontré un papel que decía que mamá había dicho que papá le pegaba.
- Que pena.
- Por ese motivo no quiero hacerme mayor. No quiero que me peguen, ni pasarme todos los días llorando en mi cuarto.
- No te preocupes, verás como se arregla.
- No sé, lo veo difícil. Nos vemos mañana.
Esa tarde, cuando Laura llego a su casa encontró a su madre en la cocina haciendo galletas y un gran bizcocho. La madre le había dicho que nunca más la vería llorar y que su padre se había ido a vivir a otra casa lejos de la suya. Laura se puso muy contenta y la dijo a su madre que ahora se lo iban a pasar muy bien las dos solas. Al día siguiente vio a Rosa y le contó todo:
- Pareces muy contenta ¿qué te pasa ahora? - preguntó Rosa sorprendida.
- Mi mamá ha vuelto a sonreír y mi padre no va a volver nunca más. ahora si estoy muy feliz y deseando que llegue mi cumpleaños.
- Has visto como tenía razón.
- Es verdad, las amigas siempre están para ayudarte.
- Me alegro de que tu madre y tú volváis a sonreír.
- Muchas gracias, eres mi mejor amiga y siempre lo serás.
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