abre, en abril, como una flor radiante,
su corazón sonoro y palpitante,
con un batir de alas de paloma.
Por dondequiera la Giralda asoma
-alfil soberbio- alerta y elegante,
señaladora del divino instante
en que a la tierra el cielo en brazos toma.
Para gozar el mágico momento,
para morir un poco al cotidiano
pesar y realizar la maravilla
de suspender el triste pensamiento,
tener es fuerza el lujo soberano
de una caseta en la Feria de Sevilla.
Manuel Machado
No hay comentarios:
Publicar un comentario